Juan Manuel Burgos, expositor del XVI Coloquio de Filosofía: “Personalismo: Orígenes, líneas y grandes figuras”, señala los rasgos característicos de las nuevas aplicaciones tecnológicas reunidas en un solo dispositivo: el celular.
Por Olivia Orrego Córdova. 15 mayo, 2013.El uso de las nuevas tecnologías traen consigo ventajas, pero también aíslan cada vez más al hombre ¿Realmente nos comunicamos o simplemente no lo hacemos?
Las nuevas tecnologías son complejas en ese sentido porque tienen una dualidad. En otras palabras, una chica está sentada en el mismo banco con su amiga, pero ambas están con su móvil conversando con no se sabe quién. La pregunta es si están juntas ¿por qué no hablar entre ellas? Claramente notamos la ausencia de la comunicación real y para que exista tal debe haber conversación que es lo más profundo y que no es superable por nada.
Entonces, ¿por qué ocurre, sobre todo, en las conversaciones de los jóvenes?
Ocurre por las nuevas “comunicaciones”, generando una especie de expansión de la comunicación. Por ejemplo, en Facebook tienes 200 amigos y el día de tu cumpleaños recibes 200 felicitaciones de gente que a veces ni recuerdas o, caso contrario, esperas saludos de la persona de al lado que te importa y no se da. Ahora, hay que reconocer y, es verdad, que es agradable recibir felicitaciones de tantísima gente y, precisamente, a eso estamos acostumbrados por las redes sociales.
¿Se puede identificar algún problema de fondo?
No lo hay porque la sociedad cambia continuamente, debido a la aparición abrumadora de las nuevas tendencias tecnológicas y, por ende, no existe un camino lineal, es decir que lo que sale o se actualiza es necesariamente mejor que lo anterior y así sucesivamente. Mejora la comunicación en un punto, pero naturalmente surge un nuevo un problema y que la sociedad tiene que hacerle frente.
¿Los usuarios de Facebook o Whatsapp comunican ‘mejor’?
Las redes sociales y la Internet multiplican la comunicación, pero la tornan muy superficial y hasta banal. Sucede que como un helado y me tomo una foto y, casi de inmediato, la subo a Facebook y a esperar comentarios. Bueno, ¡relájense! Tampoco hace falta que cuelguen en la red lo que hacen cada dos por tres, y es un solo ejemplo que ocurre a diario y que no se puede negar que para algunos jóvenes es entretenido.
Pero las nuevas tecnologías también traen consigo ventajas muy positivas…
De hecho hay un crecimiento tal que es erróneo decir que es negativa del todo, porque permite saber de otras personas. Por ejemplo, te contactan para algún trabajo o para algo importante por alguna red social; en ese sentido, no se puede dar un juicio como unívoco. No es negativa, pues algunos aspectos potencian la comunicación. Por ejemplo, tu familia no está cerca y podrías saber sobre ellos, teniendo sentido y lógica comentar lo que en algún momento haces; en este caso sí necesitas agregarlos en el grupo de Whatsapp. De eso se trata, de darle buena utilización a las aplicaciones que nos ofrecen.
¿Este tipo de comunicación puede traer algún riesgo a largo plazo?
El hombre vive inmerso en una sociedad bastante superficial y de constante consumismo, donde los valores—más de fondo—nos cuesta vivirlos. Por un lado, es que se sustituya a la comunicación real por redes sociales, que carecen de una interrelación personal: sí necesitamos a las personas para crecer con ellas. Es básico. Sin esa relación ‘tú y yo’ sería un mundo tipo Matrix y la persona no puede sustituirse por pantallas o móviles. No todo es virtual. Por otro, los cambios de comportamiento que van deformando la comunicación (comportamientos radicales, rebeldes, racistas, etc.) por Facebook, por ejemplo. Entonces, la fascinación con los ‘juguetitos’ es bastante divertida; los jóvenes han nacido y viven con ellos, pero hay que controlarlo y ello llevará tiempo.